miércoles, agosto 02, 2017

" Nos sentaron cerca de un acuario en el que cinco o seis langostas y algún buey de mar esperaban, adormecidas por la escasez de oxígeno de la viciada agua, el momento en que algún comensal demandase se hiciera efectiva la pena de muerte a la que habían sido condenados, sin más delito que el de resultar suculentos para nuestra especie primate.
>> los ojos de mi acompañante tornáronse un poco más tristes cuando me señaló la situación de aquellos no pequeños crustáceos. Formaron sus labios un tierno puchero, y con voz casi de niña dijo:
-¿ no te dan pena?
-Ciertamente -dije-, y si esos feos bichos acarician la fibra de nuestros nervios es por analogía, por cercanía con nuestra situación. No, no pongas esa cara de extrañeza. ¿no vivimos nosotros dentro de los límites de un paralelepípedo como ése, dentro de un espacio y un tiempo que nos limita y no podemos traspasar y de la que no salimos sino para morir? Más aun: ¿no hay también una pecera similar que limita igualmente el esfuerzo intelectual del individuo y nuestra imaginación, siempre finita?
>> Ella arguyó el manido tópico verniano de la humana imaginación, sin límites ni fronteras. Pero pronto callamos ambos. El camarero llegó y nos sirvió el primer plato.
Se trataba de una excelente sopa de marisco."
Trifón Cármenes (1851- 1928) , Cuentos de la Estrella Errante (1923)

No hay comentarios: